Estaba un día Isaac Newton (sí, el descubridor de la gravedad, ese mismo) en su laboratorio haciendo unos experimentos cuando llegó a verle un amigo suyo que, mirad por donde, era ateo.
Y resultó que Newton estaba trabajando en un proyecto acerca del universo y tenía una preciosa maqueta colgada con hilitos y esas cosas del techo; la maqueta era muy chula, tenía todos los planetas, con diferentes colores, y cada uno tenía incluso sus diferentes lunas.
Pues hete aquí que entra este amigo ateo y le dice a Newton: «vaya, qué bonita maqueta tienes ahí, ¿quién la hizo?» Y Newton, muy cuco él, le contesta: «nadie; simplemente apareció» Y el amigo, un poco mosca, le dice: «¡pero qué dices, Isaac, es imposible que haya aparecido ahí por generación espontánea!» Y Newton, más cuco todavía que antes, le contesta: «Bueno, ¿por qué no? Al fin y al cabo tú siempre me dices que el verdadero universo no fue creado por nadie, que simplemente apareció».
Y la moraleja la sacáis vosotros:)
(fuente: ciao.es)
En realidad no hay gran moraleja… sin embargo si es una respuesta inteligente.